La personalidad de los pequeños

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La personalidad de los pequeños:

Ayudémosles a desarrollar una personalidad madura
La personalidad

Las personas nacemos con una herencia de nuestros padres, una carga genética que forma las bases de nuestra personalidad, es una tendencia clara hacia unos rasgos determinados. Esto es solo una tendencia, que contribuye a nuestra personalidad futura,

La personalidad de los pequeños:

Ayudémosles a desarrollar una personalidad madura
La personalidad

Las personas nacemos con una herencia de nuestros padres, una carga genética que forma las bases de nuestra personalidad, es una tendencia clara hacia unos rasgos determinados. Esto es solo una tendencia, que contribuye a nuestra personalidad futura, pero que no es determinante. Desde el momento del nacimiento la personalidad se va formando en un continuo proceso de búsqueda y definición de la propia identidad. Este proceso se va completando durante los años de la infancia y adolescencia, a través de las experiencias y el aprendizaje de cada uno.

La personalidad de los pequeños

Al tratarse de un proceso que dura varios años, la personalidad va cambiando, va desarrollándose poco a poco, reforzándose, modulándose, y configurándose en lo que finalmente será. Los pequeños tienen que pasar por las distintas etapas de este proceso, y es normal que tengan dificultades y cambios, por ello debemos ser prudentes y tener paciencia.

¿Cómo se va formando la personalidad del niño?

El niño conoce el mundo a través de sus sentidos. En un principio tiene pocos conocimientos sobre sí mismo.

La personalidad comienza a configurarse en contacto con un tú. El ser humano forma su yo a través del tú. Expliquemos esto: el niño comienza a tomar consciencia de sí mismo, comienza a darse cuenta de que es una persona. Para conocer sus características físicas le basta con observarse en un espejo. Pero para conocer las características que no se observan a simple vista, emplea otro tipo de espejo. El niño empieza a conocerse viendo el reflejo de su imagen que las demás personas le dan. Es decir, las opiniones que tenemos sobre el niño, son las que llegan a él como la imagen del espejo. El niño no sabe definirse, utiliza lo que le reflejamos de cómo es. Si decimos que es un niño travieso el pequeño se verá como travieso y empezara a sentirse como tal. Si juzgamos eso que decimos como bueno o malo, el niño lo verá como defecto o como virtud.
¿Por qué es importante prestar atención al desarrollo de la personalidad del niño?

Es importante que los niños y niñas construyan de forma adecuada las bases de su identidad. De este modo serán adultos con una personalidad madura y firme, lo que implica poder expresar sus opiniones, no dejarse influenciar, ser autónomos, consecuentes y responsables. Una personalidad madura es además la base de una autoestima adecuada. Por todo ello si queremos que nuestros niños y niñas lleguen a ser adultos felices, debemos prestar atención durante los primeros años a la construcción de las bases de su personalidad. Y tener presente que como hemos mencionado, los niños y niñas empiezan a formar la imagen de sí mismos a través del reflejo que nosotros les transmitimos de lo que son. Es fundamental entonces prestar atención detallada a ese reflejo que les transmitimos.
¿Cómo podemos ayudarles a construir una personalidad madura?

Deja que el niño o niña se desarrolle en un ambiente de apoyo y que se sienta querido. Es fundamental que seamos pacientes y tratemos de entender sus cambios y sus etapas. Es común que en determinados momentos de búsqueda de identidad muestren rebeldía y quieran salirse con la suya. No desesperes y sé paciente sólo están tratando de reafirmar su yo.

Evita poner etiquetas y calificaciones. Evita las etiquetas típicas, no le califiques pues sí lo haces ellos creerán lo que dices y crecerán pensando que son así; y a la larga serán así.

Veámoslo con ejemplos: el niño tímido, tendemos a etiquetar y hacer comentarios del tipo “es un soso””es muy parado” “es muy raro, no habla ni se relaciona con nadie” el travieso decimos cosas del tipo “es un insensato, se le ocurre todo lo malo” el que llora mucho “es un llorón todo el día quejándose”

Con estas etiquetas estamos juzgando al niño, reforzando esa personalidad y minando su autoestima, pues aunque no sea la intención le estamos dando el siguiente mensaje “tu forma de ser no es la adecuada” como si fuera algo de lo que el niño debiera avergonzarse. Esto puede provocar que sientan un rechazo hacia sí mismos por su forma de ser.

Por eso lo que tenemos que hacer, es aceptar cualquier carácter, sea del tipo que sea, y buscar las cosas buenas del mismo, mostrarle que cualquier tipo de personalidad es normal y aceptable y darle orientaciones para modular algunos aspectos del carácter. Por ejemplo:

Al tímido podemos decirle “eres muy observador” “a veces cuando se conoce a la gente da vergüenza decir algo, a mí también me pasa” “pero si poco a poco lo intentas luego se pasa la vergüenza” (animándole pero ni forzándole, ni agobiándole que no lo vea como un problema)

Al travieso podemos decirle “tienes mucha imaginación” “se te ocurren muchas ideas, y eso está muy bien” “a veces antes de hacer algunas cosas hay que pensarlo bien, porque podemos molestar a los demás”

Al que llora le diremos algo así como “eres una persona muy sensible y que sabes expresar lo que sientes” “cuando algo no nos gusta es normal que nos pongamos tristes y que lloremos, pero tenemos que aprender que a veces las cosas son así y si lloramos mucho podemos molestar”

Sírvele de ejemplo. Muestra una personalidad fuerte. No hay que confundir esto con una persona intransigente e inaccesible. Si no una persona madura, con las ideas claras, que actúa consecuentemente, que es responsable y que toma sus decisiones.

Ayúdale a conseguir un equilibrio entre la confianza y desconfianza. Se trata de que tengan una personalidad equilibrada. Que tengan la suficiente confianza en sí mismos, pero no sobrevalorada para que se protejan y se esfuercen. Si no tienen confianza no intentaran superarse, no tendrán una opinión firme y si tienen demasiada confianza, no aprenderán, no se esforzaran. Debemos dejarle que haga las cosas para que vaya cogiendo confianza y al mismo tiempo prevenirle de que tiene que tener cuidado y esforzarse.

Consigue el equilibrio entre la autoridad y la permisividad. Como educadores esto a veces es muy complicado. Se basa en dejar al niño desarrollarse pero con unos límites y normas. La idea es te voy a dejar ser como eres, porque eres tú y me gustas así, pero tienes que cumplir con algunas normas.

Critica la conducta no a la persona. Cuando hagan algo inadecuado, no debemos hacer sentir que son incorregibles que su personalidad es un desastre, que causan problemas. Debemos criticar el acto que han hecho no a la persona.

Veamos un ejemplo:

El niño que es muy travieso y rompe un vaso en la comida porque está jugando y lo tira, aunque le hemos advertido antes. Debemos decirle que está mal romper un vaso, pero evitar frases del tipo “eres incorregible” “siempre igual, no se que hacer contigo”

Presta especial atención en el periodo de la adolescencia. La persona empieza a percibirse como un yo completo. Son muy críticos con todo en esta etapa, incluidos consigo mismo. Es una etapa crucial en el desarrollo de la personalidad.

Debemos ser pacientes, darles mucho apoyo y hacerles ver que nos gusta como son.

Utiliza siempre que puedas el sentido del humor. Esto ayuda a que los niños aprendan a elaborar pensamientos positivos sobre si mismos y sobre el mundo. Y además contribuye a reforzar el vínculo afectivo.

Y no lo olvides La personalidad no la forja la persona, es forjada por el cumulo de experiencias que vivimos. Por ello cuida que vivan y crezcan en un ambiente agradable, con sentido del humor ante los fallos, con aceptaciónCelia Rodríguez Ruiz

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Articulo Original en:  http://cuadernodepadres.blogspot.com/2013/02/la-personalidad-de-los-pequenos.html

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